Enrique Morales
Fantasmagoría II
Representación indonesia del dios védico Indra
I
II
Pero los buitres son, aun sin canto, los buitres son. El niño es, aun con canto, el niño es. Los huesos de los abuelos son, el fuego, la saliva. Es. Es el silbido silencioso, tibia luz inerme en los rostros de Aquellos. Que fueron. [No era perversa. La madre. La mujer. Esa mujer. No (lo) era.
Tenía tierra en la cabeza (¿El cerebro?). Tenía un vestido blanco. Muy
blanco. Tan blanco. El arbol se volvió percha. La mujer andaba. Esa mujer. Bailaba. Pedía Las Babas. La mujer. El vestido. Tan blanco. El arbol se volvió percha. La mujer pedía Las Babas. Desnuda, decía (lloraba): Este
calor es una burbuja. Susurran a través de las branquias de un salmon y
yo no entiendo nada. Aun con mi alma, no entiendo nada. Siempre
lloraba. Tenia gran facilidad. Sabía llorar sustancias viscosas.
Incrustadas en la piel. Bubones sollozantes. Lloraba. Pues. Tenía el
talento. Hasta la muerte. O El Alma. Lo que venga primero. Sus hijos reían: Mamá se inunda -nueva Canción-, mamá
es un barco. Mamá es el mar. Mamá es el cuerpo azul que flota en la red
de un pesquero ruso. Mamá es una foca. Papá un arponero. Viva la vida
en el mar. No eran perversos.]
III
Había una Esfera. No nos dejaba respirar. Nos embarazaba, agitaba los cráneos. Esfera incandescente. Los buitres cantaban: Hay una Esfera, os ahoga, os preña, agita calaveras. Era verdad, estabamos en un agujero, y por suerte, nunca podríamos salir de él. Por suerte, nunca podríamos matar a Nadie. Entonces Alguien dijo: Pobre de aquel que se vea privado de la experiencia de la muerte prematura. Y todos reímos, y bebimos eso que teníamos en las copas. [Pero nada de eso era verdad. Los buitres no tienen Canciones. Con esto. Un secreto: la Canción de los huesos no es una Canción. Apenas. Lo es.]
IV
Los huesos no son una Canción
V
En El Lugar. Fuego. Los
colmillos de los hijos. Devorados. Jugaban a comer niños. Los niños no
juegan a los juegos de los adultos. Devorados. Los colmillos de los
hijos. En El Lugar.
VI
[Afortunadamente, nunca podremos salir de aquí. (Apenas el pájaro). Este cráneo no es una gran copa. La pócima se derrama a través de las cuencas].
VII
Nada de eso era verdad. No hay Yo. No hubo Yo. Apenas el silbido silencioso, tibia luz inerme en los rostros de Aquellos. Que fueron.
VIII
Los buitres acusan: Es rídiculo. La pócima se derramará a través de la mandíbula.
IX
No hay Canción.
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Texto publicado originalmente en el blog del autor: http://interregno-apocatastasis.blogspot.com.es/
Enrique Morales (Almería, 1991). Ha participado en algunas revistas literarias como La sombra del membrillo, El coloquio de los perros, Groenlandia o Kokoro y en antologías como Tenían veinte años y estaban locos (La Bella Varsovia, 2011) y La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces (Ediciones en huida, 2012). Es autor de la plaquette Piedra de Aluminio (Banderines del Zaguán, 2007).
2 responses to El ciclo y el lenguaje (IV)
Indra debería precipitar, sin demora, un trueno en la ignominiosa coronilla del autor.
Cállese usted, cara de búho :D
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