Despiértate hacia el sol

Un cuerpo. Sólo somos un cuerpo.
A veces, un pétalo
De lágrimas.

Debajo de los párpados se espera un beso. Mejor: lo que hay más allá del beso. Los labios y su movimiento, sobre las cumbres insondables de una boca.

Un beso como pétalo. Un cuerpo como pétalo.
Somos la conjunción de carne, tiras de huesos; y un beso. Somos un pétalo.

Más allá de la poesía quizás el silencio. Pero más allá de una palabra, nada. Las profundidades del verbo son pétalos, desprendidos de la flor más hermosa. Llorados como el origen de su caída.
Más allá del pétalo hay un cuerpo. Y si el cuerpo es un pétalo, más allá, entonces, nada.

viernes, 25 de septiembre de 2009 28 Comentarios

Allí se quedó

Virginia. Puedo tocar tu perfil, con cada letra de ese nombre, que no te posee, sin embargo. Como a ninguno de los que pisan la tierra. Mudos y sin bautismo.
A Virginia se la puede tocar con una uve. Con la Uve que se circunscribe en la Eme de Melancolía. Mayúscula, porque se elude en sus labios. Puede darse con una caricia, en el perfil ausente de Virginia.
En los labios esconde la simetría del rostro. En cada voz que no pronuncia puedo escribir el color de unos ojos que no conocí ni yo, ni la señora Dalloway.
Podría acercarme con una palabra, con un prisma que esconde luces, o flores inclinadas. Podría acercarme con cualquier cosa que estuviera al alcance de mi memoria.
Alargo una mano; acaricio el cabello apagado, ausentado durante largas sucesiones de eso que llamamos tiempo. Las arrugas del cuello se perciben con sutileza, bajo la cadena de oro. Y Virginia me mira con cada letra de su nombre, tatuado en el mechón de pelo que no recoge.
Mientras podríamos adivinar, que sus manos se posan sobre los huesos marcados de sus rodillas, que forman una uve vertical, y que, sólo entonces, ella huele a flor inclinada.
Las sombras bailan por la garganta blanca de Virginia. Por el hombro derecho de Virginia. Por los encages de su vestido blanco. Por debajo de su nariz y su boca, acariciando sus párpados y oído.
Virginia se sienta en su uve. En cada famélico hueso de su cuerpo deposita su carga emocional. Una palabra ya acuñada en el caracol de su oreja.
Una roca se cuelga de su frente, pendiente de las fuentes que emanan de las garras de una Moira.
Y antes de que gire lentamente su cara, encuentra, más allá de su mirada, el punto donde, labios y ojos se paralizan en su inmortalidad. Como si soplara un fuerte viento, y ninguno supiera lo que barren, entre sí, las hojas.

miércoles, 16 de septiembre de 2009 18 Comentarios

EN LA RUEDA SOLAR

Cada ojo en el fondo es una cripta donde se exhuma el sol,
donde brilla la luna sobre la piedra roja del altar
erigida entre espejos y entre alucinaciones.
Yo asisto cada día con los ojos abiertos al sacrificio de la resurrección,
a la alquimia del oro en aguas estancadas.
Es difícil mirar con la sustancia misma de la luz filtrada por la tierra del destierro;
es imposible ver quién se levanta y anda entre malezas
desde estos dos fragmentos arrancados a la cantera de la eternidad.
Uno al lado del otro en su prisión de nácar,
en su evasión de nubes y de lágrimas;
uno ajeno del otro,
sometidos a ciegas a la ley de la alianza en la separación,
fabulan la distancia, la envoltura de cada desencuentro, la isla que no soy.
¿Y acaso no me acechan desde el fondo de todo cuanto miro
igual que a una extranjera?
¿No me dejan a solas con su estuche de nieblas,
lo mismo que a un rehén,
contra la trampa abierta en la espalda del mundo?
¡Extraña esta custodia que permite avanzar al enemigo transparente
y retiene hacia adentro este insondable vacío de caverna!
No tiene explicación esta córnea con piel de escalofrío,
con avaricia de ostra que incuba al mismo tiempo su misterio y el cuchillo final;
tampoco es razonable este iris que tiembla como una flor al borde del abismo,
que destella y se apaga lo mismo que un relámpago de tigres,
que se acerca y se aleja semejante a una selva sumergida en un ala de insecto.
¿Y la pupila, entonces?
¿Quién puede descifrar esta pupila cautiva entre cristales,
este túnel contráctil siempre alerta a la inminencia a solas,
esta palpitación a medias con la muerte?
¡Basta, mirada de fisura, incesante mirada de pólipo en tinieblas!
Es otra vez el mismo tembladeral de aguas voraces,
la misma negra rampa circular que me pierde hacia adentro.
Es otra vez el mismo recinto central adonde caigo
arrastrando un telón sobre la lejanía,
entreabriendo la escena donde los personajes son una sola máscara de Dios.
Es otra vez el mismo centinela que dice que no estoy,
la misma luz de espada que me empuja hacia afuera hasta el revés de mí,
hasta la ciega condena de estos ojos que me impiden mirar
y que sólo atestiguan la división debajo de estos párpados.




Olga Orozco, M
useo Salvaje
















Man Ray, Las lágrimas (1930)

viernes, 11 de septiembre de 2009 6 Comentarios

Le cimetière marin (1920)

XXIII

Oui! Grande mer de délires douée
Peau de panthère et chlamyde trouée
De mille et mille idoles du soleil,
Hydre absolue, ivre de ta chair bleue,
Qui te remords l'étincelante queue
Dans un tumulte au silence pareil.



XXIV


Le vent se lève!... Il faut tenter de vivre!
L'air immense ouvre et referme mon livre,
La vague en poudre ose jaillir des rocs!
Envolez-vous, pages tout éblouies!
Rompez, vagues! Rompez d'eaux réjouies
Ce toit tranquile où picoraient des focs!


Paul Valéry






XXIII

Sí, mar, gran mar de delirios dotado,
Piel de pantera y clámide calada
Por tantos, tantos ídolos del sol,
Ebria de carne azul, hidra absoluta,
Que te muerdes la cola refulgente
En un tumulto análogo al silencio.

XXIV

El viento vuelve, intentemos vivir
Abre y cierra mi libro al aire inmenso,
Con las rocas se atreve la ola en polvo,
Volad, volad, páginas deslumbradas.
Olas, romped gozosas el tranquilo
Techo donde los foques picotean.


Traducción de Jorge Guillén

lunes, 7 de septiembre de 2009 15 Comentarios

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Photo: Jonah and the whale, Pamplona Bible

Jonah, Pamplona Bible, Navarre 1197. Amiens, Bibliothèque municipale, ms. 108, fol. 146r .