Creencia
no anida sino que desmembra. Quien todo lo sabe se acerca, interrumpe, toma asiento. El modo en que entra en la sala es un reflejo de un muestrario más grande más obtuso que de costumbre. Hubo aprendido la raíz antes del brote, por ello no era más que esa presencia que se queda quieta si no respondes. Aprendimos a describir según qué alfabetos según qué oraciones pensando en retícula en armazón en la figura de una tortuga. Pensar que cortar animal iba a ser de algún modo viaje o distanciamiento o salmo. El animal no es el animal, no es el hombre el hombre. Si pienso demasiado las palabras no las digo, no me refiero a la primera persona del singular o del plural, no hay que pensar el lenguaje o el animal, hay categorías que no son a través de lo que son. No me atrevo a decir “tacto” porque le quito su propiedad su gesto. Lo que tiene para mí. No digo tacto.
Descripción
no anida no desfigura sino que desmembra. Aprender el modo de la urdimbre la elaboración de un telar humedece el hilo vibra como una corona cabe dejar un espacio para respirar a la par que se intercala no describo las manos porque describir es el simulacro de la posesión – el simulacro no es el simulacro de decir ya no cuenta no se refiere a la primera persona del plural se refiere a la escritura que se apropia como ajena como señal lo que no es tuyo no se sucede no se continúa como señal se aprende el hilar el modo su gesticulación donde colocar las manos se produce un sonido el del cuerpo muerto el de la comida pudriéndose pero no quiero describirlo porque describir es anular su nombre
Nombra
lo que existe por contraposición a lo que se nombra a lo que se sabe si digo “me golpeaste” reproduzco la imagen y la negación de la imagen “no me golpeaste” pero también “quizás fui golpeada” o quizás “tú fuiste golpeado” es decir todas las personas que hablan y las que no hablan y las que hablan a medias están aquí reunidas para golpearte para producir a la manera repetida golpe golpe sobre ti desde su mínima hasta su máxima desde el fruto hasta la semilla que no es su reverso su antítesis su felicidad incluso porque a través de eso su y tu felicidad por golpearte o por no golpearte que eso sea: una caricia un arbusto desde el fruto a la semilla desde la apología del terror hasta el alarido que es en sí mismo por permitirse una atrocidad un elemento tan destructivo como el amor y su reverso su golpe su posesión su ceñido al cuello el olor de una alegría extrema hasta el punto de que eso se convierte también en un humedal que no cristaliza sino que empantana que te convierte en el demonio dentro de ti otra que escribe a través de una cursiva tus mismas letras porque no necesita ser la que se diferencia tienes el demonio dentro de ti, dijo y construyó al demonio pero también al no demonio a su no habitación “te dejo una marca en la cara los cabellos de caín las ropas de caín” asume el peligro voraz pero también el no peligro con su no voracidad sin saber qué es lo que se nombra porque a través de eso aparece lo que miento lo que es escrito desde la negatividad del estómago no es estómago si es que puede desposeer y poseer a los pares a los que se multiplican a lo que no aparece ni está muerto ni es ceniza dentro de un animal (un pez) en un río que no es omisión es realización de un sueño y un deseo y una infinidad de cosas que, en la medida en que son, tampoco
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No anida no desfigura no desmembra. Urde anida desfiguración explosión de estructuras. El amante que se parece que conserva el nombre de aquel en quien se refleja. Hereda nombre postura manera en que el sol tiñe su piel y no la tiñe.
Hacia ese altar se encaminan los pares y sus dobles el hallazgo y el temor la mano que se dirige hacia la piel tensa como un golpe en el tambor continuando una estirpe a través del daño su miedo convendrá al fruto su no fruto su no recogido pero henchido entre los labios con radicalidad y su rotundidad su dispersión su profundidad el olor de la rosa sobre la cabeza se transforma en una imagen hace mil grietas todo lo que la llame se convertirá en espacio seguido de
Hacia ese altar se encaminan los pares y sus dobles el hallazgo y el temor la mano que se dirige hacia la piel tensa como un golpe en el tambor continuando una estirpe a través del daño su miedo convendrá al fruto su no fruto su no recogido pero henchido entre los labios con radicalidad y su rotundidad su dispersión su profundidad el olor de la rosa sobre la cabeza se transforma en una imagen hace mil grietas todo lo que la llame se convertirá en espacio seguido de
un temor su no rotundidad su no espacio su
Texto publicado en Kokoro, nº10, "El Mal": Aquí
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