Una vez más, extraordinaria descomposición-recomposición-recreación...
en los fragmentos, en el retrato hecho astillas, reconocemos mejor lo que somos: nuestras pérdidas, nuestra infinita soledad y el hambre que nos gime y nos fecunda piel adentro,
somos eso, y tu alejarte y descentrarte, el delicado escalpelo que aplicas a la Madonna de Munch, nos lo recuerda y nos lo adentra un poco más al oeste del cielo, nos lo acerca a lo callado que llora y dice,
Durante mucho tiempo tuve este cuadro frente a mi mesa, interrogándome, interrogándolo, interrogándonos mutuamente. Sus pincelazos concéntricos que nos aspiran, su sensualidad extraña, su misterio más allá de la vida y de la muerte. ¿cómo se llega hasta él? ¿cómo se llega a expresar lo que no puede decirse? un abrazo
Este cuadro me llama mucho la atención. Aquí es como si Munch, un día, se hubiera despertado, o dormido, que para el caso es lo mismo, y hubiera visto una virgen en éxtasis, con su cuerpo fundido en orgasmo. En el terreno de la muerte y la vida. Un gesto como un espasmo de algo. Como una pausa. Como una agonía, como el placer inmenso de un Magnificat. Y sólo puedes pensar eso. Magnificat, Magnificat.
La madonna no es una virgen ni está en mayúsculas. Ella es la mayúscula. Un cuerpo elevado a categoría divina. Con su cuerpo en éxtasis llega a dios, y abraza el espíritu santo.
Nunca nos enseñaron esto, nunca nos enseñaron a abrir los ojos así. Qué gran, gran desperdicio de cuerpo, de madonna, de belleza de vida.
Llora y dice cada fragmento de esta madonna, como dice Stalker. Y Leonardo, tú te preguntas cómo puede decirse lo inefable. Así se dice. Con este cuerpo, con esos ojos.
al describirlo así, tan dentro, has vuelto a pintar el cuadro. La Madonna asciende en esta recreación, tu palabra cae cuerpo, conmociona y amplía nuestra visión.
Me gustaría que comentaras más cuadros, que comentaras la hierba que crece y reescribieras cada flor.
María Magdalena pide perdón y ofrece en ese perdón una sensualidad del cuerpo que a mí me maravilla. Pedir perdón es ofrecer, ofrecer es el cuerpo que desea , la inclinación del rostro y los ojos que traspasan. La religión cristiana nos ha intentado negar el cuerpo pero a la vez, en algunos lugares supuestamente cristianos, lo ha habitado, ha recorrido y estado en el cuerpo, los cabellos entre los pechos de María Magdalena. Seguramente porque lo sagrado, la religioso, tiene que ver con los cuerpos, aunque durante milenios hemos malinterpretado lo que es la religión y lo hemos convertido en el cristianismo y en otras religiones del libro, lo hemos convertido en sacerdotes y represiones, pero la religión, para mí, tiene que ver con la música, con la madonna de Munch, con los cabellos y los pecho de María Magdalena.
En cuanto a Wim Mertens, yo lo vivo como la intimidad del amor, y esa intimidad sólo se habita a través de cuerpos, de fragmentos de piel y tiempo. La voz de Mertens es tan corporal que se convierte en alma, y con alma quiero decir lo último, el último borde de la vida. En noviembre podré por fin cumplir un pequeño deseo, y es asistir a un concierto de Mertens, será hermoso sobre todo porque iré con la persona con la que he aprendido a amar y a ser cuerpo. Recuerdo que cuando empecé a conocer a esa persona escuchaba muchísimo a Mertens y al escucharlo y estar con esa persona cada rincón se descomponía amorosamente.
Stalker, gracias por la alabanza. Creo que este tipo de cosas me salen sin pedírmelas a mí misma, pero en cuanto conciba alguna no me importará compartirla.
Aunque abrir los ojos así pueda ser bueno, también a veces puede resultar doloroso.
Ana, el cuadro de Tiziano es una maravilla. Comparto contigo que en el perdón de pone el cuerpo (¿cuándo no se pone?), que en la religión dbería ponerse el cuerpo.
En este cuadro que me linkeaste puedo ver la entrega en el modo en que se configura la mirada de la Magdalena. Otra ascensión. Otra ascensión que no tiene el concepto de superioridad. Es transformarse, alcanzar otro estadio, de una plenitud muy precisa.
Pedir perdón pide desnudez. Pide el pecho de la Magdalena. Sin embargo, lo que realmente tiene entregado y abierto son los ojos. Como dos puertas que sólo son reflejo de lo que están viendo dentro de ella misma.
Mertens a mí me evoca las curvas, los sonidos estrujándose, luchando cuerpo a cuerpo. Cuerpo. Las líneas que lo impulsan por dentro y se retuercen. (Es muy hermosa la frase que dices: es tanto cuerpo que se convierte en alma, el último borde de la vida.)
Qué suerte que vayas a verlo. Espero que lo disfrutes junto a esa persona con la que eres carne y borde.
9 responses to ASCENSIÓN
Una vez más, extraordinaria descomposición-recomposición-recreación...
en los fragmentos, en el retrato hecho astillas, reconocemos mejor lo que somos: nuestras pérdidas, nuestra infinita soledad y el hambre que nos gime y nos fecunda piel adentro,
somos eso, y tu alejarte y descentrarte, el delicado escalpelo que aplicas a la Madonna de Munch, nos lo recuerda y nos lo adentra un poco más al oeste del cielo, nos lo acerca a lo callado que llora y dice,
abrazo
Durante mucho tiempo tuve este cuadro frente a mi mesa, interrogándome, interrogándolo, interrogándonos mutuamente. Sus pincelazos concéntricos que nos aspiran, su sensualidad extraña, su misterio más allá de la vida y de la muerte. ¿cómo se llega hasta él? ¿cómo se llega a expresar lo que no puede decirse?
un abrazo
Este cuadro me llama mucho la atención. Aquí es como si Munch, un día, se hubiera despertado, o dormido, que para el caso es lo mismo, y hubiera visto una virgen en éxtasis, con su cuerpo fundido en orgasmo. En el terreno de la muerte y la vida. Un gesto como un espasmo de algo. Como una pausa. Como una agonía, como el placer inmenso de un Magnificat. Y sólo puedes pensar eso. Magnificat, Magnificat.
La madonna no es una virgen ni está en mayúsculas. Ella es la mayúscula. Un cuerpo elevado a categoría divina. Con su cuerpo en éxtasis llega a dios, y abraza el espíritu santo.
Nunca nos enseñaron esto, nunca nos enseñaron a abrir los ojos así. Qué gran, gran desperdicio de cuerpo, de madonna, de belleza de vida.
Llora y dice cada fragmento de esta madonna, como dice Stalker. Y Leonardo, tú te preguntas cómo puede decirse lo inefable. Así se dice. Con este cuerpo, con esos ojos.
Abrazos.
Portinari:
al describirlo así, tan dentro, has vuelto a pintar el cuadro. La Madonna asciende en esta recreación, tu palabra cae cuerpo, conmociona y amplía nuestra visión.
Me gustaría que comentaras más cuadros, que comentaras la hierba que crece y reescribieras cada flor.
Tu intensidad deviene brecha viva
un abrazo
Tu último comentario me hizo pensar en la Magdalena penitente de Tiziano:
http://www.google.es/imgres?imgurl=http://www.histgueb.net/santamera/images/tiziano.jpg&imgrefurl=http://www.histgueb.net/santamera/desnudos.htm&usg=__Xdotp4db7vT4tABq-E_3PzKu3HY=&h=700&w=573&sz=60&hl=es&start=0&zoom=1&tbnid=QW7tuhzx-EJJZM:&tbnh=137&tbnw=113&prev=/images%3Fq%3Dtiziano%2Bmaria%2Bmagdalena%26um%3D1%26hl%3Des%26safe%3Doff%26client%3Dfirefox-a%26hs%3D4Iz%26sa%3DN%26rls%3Dorg.mozilla:es-ES:official%26biw%3D1366%26bih%3D576%26tbs%3Disch:1&um=1&itbs=1&iact=rc&dur=121&ei=IcC2TPOjLNCRjAfTmOmWCQ&oei=IcC2TPOjLNCRjAfTmOmWCQ&esq=1&page=1&ndsp=27&ved=1t:429,r:2,s:0&tx=81&ty=76
María Magdalena pide perdón y ofrece en ese perdón una sensualidad del cuerpo que a mí me maravilla. Pedir perdón es ofrecer, ofrecer es el cuerpo que desea , la inclinación del rostro y los ojos que traspasan. La religión cristiana nos ha intentado negar el cuerpo pero a la vez, en algunos lugares supuestamente cristianos, lo ha habitado, ha recorrido y estado en el cuerpo, los cabellos entre los pechos de María Magdalena. Seguramente porque lo sagrado, la religioso, tiene que ver con los cuerpos, aunque durante milenios hemos malinterpretado lo que es la religión y lo hemos convertido en el cristianismo y en otras religiones del libro, lo hemos convertido en sacerdotes y represiones, pero la religión, para mí, tiene que ver con la música, con la madonna de Munch, con los cabellos y los pecho de María Magdalena.
En cuanto a Wim Mertens, yo lo vivo como la intimidad del amor, y esa intimidad sólo se habita a través de cuerpos, de fragmentos de piel y tiempo. La voz de Mertens es tan corporal que se convierte en alma, y con alma quiero decir lo último, el último borde de la vida. En noviembre podré por fin cumplir un pequeño deseo, y es asistir a un concierto de Mertens, será hermoso sobre todo porque iré con la persona con la que he aprendido a amar y a ser cuerpo. Recuerdo que cuando empecé a conocer a esa persona escuchaba muchísimo a Mertens y al escucharlo y estar con esa persona cada rincón se descomponía amorosamente.
Stalker, gracias por la alabanza. Creo que este tipo de cosas me salen sin pedírmelas a mí misma, pero en cuanto conciba alguna no me importará compartirla.
Aunque abrir los ojos así pueda ser bueno, también a veces puede resultar doloroso.
Un abrazo.
Ana, el cuadro de Tiziano es una maravilla. Comparto contigo que en el perdón de pone el cuerpo (¿cuándo no se pone?), que en la religión dbería ponerse el cuerpo.
En este cuadro que me linkeaste puedo ver la entrega en el modo en que se configura la mirada de la Magdalena. Otra ascensión. Otra ascensión que no tiene el concepto de superioridad. Es transformarse, alcanzar otro estadio, de una plenitud muy precisa.
Pedir perdón pide desnudez. Pide el pecho de la Magdalena. Sin embargo, lo que realmente tiene entregado y abierto son los ojos. Como dos puertas que sólo son reflejo de lo que están viendo dentro de ella misma.
Mertens a mí me evoca las curvas, los sonidos estrujándose, luchando cuerpo a cuerpo. Cuerpo. Las líneas que lo impulsan por dentro y se retuercen.
(Es muy hermosa la frase que dices: es tanto cuerpo que se convierte en alma, el último borde de la vida.)
Qué suerte que vayas a verlo. Espero que lo disfrutes junto a esa persona con la que eres carne y borde.
Un abrazo fuerte.
La ascensión obliga a la fragmentación del vértigo
Estaremos divididos allí, a cada vez que miremos abajo, o arriba.
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