Desplazamiento del sujeto, disolución y ascensión. Lo que va del yo a la vida. Condensación, abstracción. Cuerpo tendido, hacia. Crecimiento en silencio.
Me llama la atención en este mandala la tercera persona singular de la segunda frase: quien "toca" la vida es la mano, no tocas tú la vida, la toca tu mano. En esa diferencia hay toda una epistemología de la materialidad: no somos nada que pueda decir "toco", la protagonista es la materia, la sensibilidad de esa mano que apenas nos pertenece pero es nuestra. Como la materialidad de los cuadros abstractos de aquí abajo, la casi imperceptible diseminación de lo esperado.
Este verbo nos explotó. Nos explotaron las venas. Era incorruptible ese deseo del adentro, ese deseo de la respuesta. Flamígera dentro del estómago que se descompone enfermo por la humanidad que lo redondea. Lo redondea, y volvemos al círculo. No siempre me pareció todo tan inevitable. Poseemos el verbo como si fuera nuestro. Todo residía allí, no, en la manera de decirlo. Como una cronología. Una necrológica de nuestros pensmientos. La materia se disemina en los cuadros. Rubén, Stalker, Leonardo, Tula. Todo estalla, todo estalla, todo estalla en la simpleza de dos versos porque nadie, excepto la mano, la mano que no es el sujeto, otro la posee y toca, ¿quién? se arrincona y zolloza, solloza hasta alargarse, y en el final, derrumba el borde, la esquina, y su propia diseminación. Es, ya, un ala.
6 responses to Mandala
Si,
la vida es el centro de todo.
un beso
Esto es tan pequeño y delicado
ahí está todo
cuidado al pisar:
no asediar la vida generosa que aflora y bulle, y nos reclama, bajo las hojas secas
detenernos ante el mandala y cantar en voz-de-pan-recién-hecho, cantar bajito, hacia el sueño
ahí donde la via nos estalla en las manos
Desplazamiento del sujeto, disolución y ascensión. Lo que va del yo a la vida. Condensación, abstracción. Cuerpo tendido, hacia. Crecimiento en silencio.
Tenía ganas de volver por aquí. In the morning.
Me llama la atención en este mandala la tercera persona singular de la segunda frase: quien "toca" la vida es la mano, no tocas tú la vida, la toca tu mano. En esa diferencia hay toda una epistemología de la materialidad: no somos nada que pueda decir "toco", la protagonista es la materia, la sensibilidad de esa mano que apenas nos pertenece pero es nuestra. Como la materialidad de los cuadros abstractos de aquí abajo, la casi imperceptible diseminación de lo esperado.
un beso
Este verbo nos explotó. Nos explotaron las venas. Era incorruptible ese deseo del adentro, ese deseo de la respuesta. Flamígera dentro del estómago que se descompone enfermo por la humanidad que lo redondea.
Lo redondea, y volvemos al círculo. No siempre me pareció todo tan inevitable.
Poseemos el verbo como si fuera nuestro. Todo residía allí, no, en la manera de decirlo. Como una cronología. Una necrológica de nuestros pensmientos.
La materia se disemina en los cuadros. Rubén, Stalker, Leonardo, Tula. Todo estalla, todo estalla, todo estalla en la simpleza de dos versos porque nadie, excepto la mano, la mano que no es el sujeto, otro la posee y toca, ¿quién? se arrincona y zolloza, solloza hasta alargarse, y en el final, derrumba el borde, la esquina, y su propia diseminación. Es, ya, un ala.
abrazos múltiples.
In the morning... :) ahora, in the night, you always come back.
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