La morada

No hay ningún propósito para esto, para hacerlo. Hay, cuando encontramos huecos, la necesidad de postrarse.

Ahora mismo digo "estoy aquí". Qué manera de auto-afirmarse. Me miro en un espejo: tengo las cejas arqueadas. Azul profundo, casi morado, debajo de los ojos. Dos enormes barcos zarpan cada día allí un dibujo. El pelo cae, una onda.

Descubrimiento y maravilla.

Soy el arco de mis cejas. Pero no cuando me miro. Tinta negra bajo los párpados. Una herencia, un rastro hasta mí, hasta ese lugar que se derrumba en mis mejillas. Pelo ondulado cayendo. Yo también caigo en ese cuerpo muerto. Sólo son finas hebras herméticas. Sólo seré esto si me prolongo en ello.

Hay una dificultad extraña, un obstáculo, y una precariedad. Cuando pienso en los viajes, en una distancia, sólo hay un pronunciamiento, una mano al otro lado de un brazo que se tensa. Lo que se da por la piel contra la piel, aunque al otro lado del ojo ausente encontremos nuestra cara mirando hondo, tan hondo que toca.

Ah, ese lugar; qué resquicio, digo yo. También fui mi piel erizada por el frío, y la hierba rozándome los gemelos. Todos los huesos. Esa era la permanencia. La manifestación del lugar, cuando uno se ciega unos instantes, y sólo piel, y cabello, y onda. No soy marca tibia sobre mi piel. Quizás, sólo, cuando me miro y soy, y hago, alarde de ese egocentrismo humano: me miro, y quizás por eso quiero creer que estoy ahí, que realmente soy. Pero quizás, sólo si lo cuestiono, el puro acto, soy rastro, quijada de macho que golpea, abierta, al aire.


Veo cosas brillar. Es lo mismo: si la luz hace inflexión, es porque existen las cosas. Las cosas no existen por la luz que se refleja en ellas. Yo no existo más a través de mis ojos. Tengo dos manos porque puedo tocar, porque toco. Soy dos manos, palmas abiertas, dibujadas por otra mano, por otro tacto. Soy aquí porque no puedo estar, no si no es la piel, mi tacto, la cobertura de mis ojos, lo que me protege y a la vez me expone, me existe.

Existo porque existe mi piel. En cada centímetro, no hay lugar para las voces.








viernes, 26 de agosto de 2011

9 responses to La morada

  1. Stalker says:

    inagotable tesoro o mantra: no hay lugar para las voces

    y sin embargo todas percuten con esa callada intensidad de lo que sucede al margen del discurso

    ¿asoman los osos el hocico tibio en el aire frío?

    abrazo

  2. Laia says:

    y todo ese viaje para llegar a lo que ya había; a la vida, que ya estaba.

    a veces pensar en esto (que necesitemos eso, el viaje, la vuelta, el retruécano) me duele más que una herida en el cuerpo.

    hermoso,
    y te abrazo
    L.

  3. Enrique M. says:

    No existe un yo. No existen diez yo. No existe el yo. YO es tan sólo una posición de equilibrio

    (Il n´est pas un moi. Il n´est pas dix moi. Il n´est pas de moi. MOI n´est qu´une position d´équilibre))

    Escribe MICHAUX. Tú dices, morada, dices soy, dices digo, y por tanto dices palabra. Heidegger dice (yo apenas digo): El lenguaje es la morada del ser.

    Y sin embargo, todo (se siente) tan inhospito. Como una noche en el mar. Abajo, muy abajo: los habitantes. El viaje posibilitaría la toma de contacto. También La Asfixia. Medio cuerpo proyectado al firmamento. Medio cuerpo arrastrado hacia la profundidad.

    Une position d´équilibre.

    Superficial,
    como toda posicion
    de ese género.

    Inconcluyente.
    Como todo yo.

    Un abrazo.

    La piel,
    al menos,
    concluye

  4. Portinari says:

    Estábamos a punto de suceder y, entonces, Enrique, ocurrimos. Vinimos y estuvimos piel y piel. Detrás de la conjunción está la fuerza de decir "piel", de decir "yo". Una posición de equilibrio para caerse vértigo adentro en el estómago. Todo es un enorme sentido, un enorme animal que se arrastra y se va dejando. Oigo nuestro alarido como oigo a mi piel. Dentro de un sentido, dentro del animal que habita la paradoja de la conjunción, conjunción que es yuxtaposición, distancia. En el fondo, piel y desarme, vértigo. Olas que se acercan y abarcan los pies. Animales pequeños.

    Otro abrazo, porque la piel concluya este aquí y este ahora.

    PS: Me ha encantado tu comentario. Un regalo de pre-cumpleaños precioso, hecho de piel y batalla.

  5. Portinari says:

    Stalker, al frío asoman los ositos.
    Y aquí asoman mudos a la maravilla, sólo a la maravilla por una vez, y contemplarse.

    Un abrazo de oso.

  6. Portinari says:

    Laia, la cicatriz del viaje, el recorrido de las manos. Ya estábamos allí. Y seguiremos esperando a que nos abarque, definitivamente, para mirarlo a la cara.

    Besos y armas.

  7. Me ha dejado de importarme el exterior -no es una crítica- me centro en las emociones y el legado que dejaron dentro y que yo he consumido o alimentado.

  8. Portinari says:

    Creo que también el exterior es una emoción, pero en otro lugar, con otra cartografía.

    Bienvenido Ignacio.

  9. Enrique M. says:

    Añado la piel de latón de Dexter Gordon (y su equilibrado desequilibrio) a mi pre-regalo inconsciente de pre-cumpleaños:


    http://www.youtube.com/watch?v=woVHjtWaVoY

    http://www.youtube.com/watch?v=RnZm8IJ9k20&feature=related


    Un abrazo, Portinari.

Photo: Jonah and the whale, Pamplona Bible

Jonah, Pamplona Bible, Navarre 1197. Amiens, Bibliothèque municipale, ms. 108, fol. 146r .