I
Mark
Rothko
Dvinks,
Daugavpils
Hay un molino
geométrico, quizás
como casi todas las cosas naturales. Hay un suelo porque era necesario,
como un
fuego sobre el lomo y el quejido de una criatura blanca. –Footprints, Shadows, footprints-. El espacio muerto
devora los
cuerpos. Por eso no hay nadie en esta playa, ni en aquellas rocas, ni
en el
sonido. Cualquier cosa menos esto, quizás, cómo llenar el
vacío, antes de irse.
No tan importante de momento. Dejarlo antes.
“Quiero
crear un estado de gran intimidad”
Un gran espacio
para quebrar los
espíritus. Por eso el suelo era necesario:
-
«La pintura
de Mark Rothko
funciona como suelo, incluso como punto de fuga, para el que mira. Un
horizonte
abierto a través del color y la pincelada que difumina los
contornos sutiles del
uso de diferentes grados dentro de la misma escala del color. Incluye
muchas
veces diferentes capas, un océano que devora capas difuminadas,
intuidas.
La pintura de Mark
Rothko dibuja
un horizonte, la imagen abstracta de lo abstracto, la mirada deformada
del que
no mira. La mirada que no se dirige, la mirada que
se expande en todas direcciones y provoca la misma
disgregación
del cuerpo que la sentida por el pintor.
Estar dentro de la
pintura, ser
la pintura, sugerir la fusión.»
Las manchas de Mark
Rothko. No. El cuerpo de. No. La
negación. No. La afirmación. El espacio. Abrir.
Abrirse una herida
en canal.
Sale, salir, ser saliendo.
P-¿Concibe
usted su obra como una plasmación sincera de un acercamiento a
la enfermedad?
Á.P.- No
escribo desde la enfermedad. No soy desde la enfermedad. Nadie. Uno no
existe
desde la enfermedad. Se da a posteriori esta expresión, esta
reordenación del
cuerpo.
P-¿Cómo
hablaría usted al lector de su vivencia personal del
padecimiento de su
aquejamiento?
Á.P.- No me
parece posible hablar. No me parece posible decir
“personal”. Quien habla está
realmente vivo, todos esos no saben en su lengua. Depresión es
el hundimiento
del terreno.
P- Pero qué
siente, cómo lo plasma en su obra.
Á.P.- Uno no
siente. Uno no plasma. Uno no es uno. De ahí que uno de mis
pseudónimos sea
Ángela Pralini. Si usted hubiera leído a C.L. no me
haría este tipo de
preguntas.
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con los perdidos de Marienbad
One response to El desvanecimiento [...]
posiblemente nos lleven a un infinito o dos,
estimado vínculo
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