[...] No, no hay razón para el asombro: el milagro existe: el milagro es una sensación. ¿Sensación de qué? De milagro. El milagro es una actitud, como la del girasol que vuelve lentamente su abundante corola hacia el sol. El milagro es la llaneza última de existir. El milagro es que estallen la corola, el tallo y la raíz del rico girasol y que éste solo sea una semilla. Semilla que contiene el futuro.[...]Pero algo, que me ha dejado el nervio partido en dos, se quebró en mí. Al principio, las extremidades afectadas por el corte me dolieron tanto que me puse muy pálida de dolor y perplejidad. Los lugares partidos fueron, no obstante, cicatrizando. Hasta que, fríamente, yo no me dolía. Cambié, sin plan previo. Antes te miraba desde dentro de mí hacia fuera y desde dentro de ti, lugar que amor adivinaba. Después de la cicatrización, comencé a mirarte de fuera hacia dentro. Y a mirarme también de fuera hacia dentro [...]
Clarice Lispector, Un soplo de vida, trad. Mario Merlino, Ed. Siruela.
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Imágenes: Connie Imboden [http://connieimboden.com/?cat=28]