música tiembla
lunes, 8 de diciembre de 2014 Deja tu comentario
"Entonces puedo entender el transcurso del ojo en la oscuridad / como una inhabilidad de permanecer quieta para que lo veas"
Watercolor and graphite on paper, 15 x 15 1/2 inches (38.1 x 39.4 cm)
Gift of Sally and Wynn Kramarsky, The Museum of Modern Art, New York. © 2012 Estate of Agnes Martin / Artists Rights Society (ARS), New York
miércoles, 3 de diciembre de 2014 Deja tu comentario
Tiembla
viernes, 28 de noviembre de 2014 Deja tu comentario
La temperatura de la muerte
sábado, 15 de noviembre de 2014 Deja tu comentario
Cartografía, localización
domingo, 9 de noviembre de 2014 Deja tu comentario
Imre Ámos, el gallo y la oscuridad
martes, 14 de octubre de 2014 Deja tu comentario
La radio fue mía
viernes, 10 de octubre de 2014 Deja tu comentario
C
martes, 7 de octubre de 2014 Deja tu comentario
El ciclo y el lenguaje (VIII)
De primera visión del litio
VI
Cayo Valerio Catulo
omnívora - fuera de la cadena trófica -
su encía rosada
prueba la carne del hermano
prueba bayas e insectos minerales
astato (con su aplicada boca de cangrejo)
prueba inalterable
tantalio
en la oscuridad de la noche prueba
el suave brillo azulino la partícula alfa del polonio y
todo
lo que creado hacia el espacio emergealimento consagrado noella
busca hacia abajo - hacia abajo - la radiante abertura de
los cielos
De la madre
II
atzavara vara de atzavara
madre de floración reciente que entra por todas las ventanas
con sus muchas cabezas
lo que aparece no viene de esa tierra
donde nunca
hubo planta ni mujer
del tálamo nacen – cerebrales – se enlazan con las regiones
más hondas de la glía
sueño
hambre
sed
íntimamente unida la piamadre
blandamente me abraza
sus flores apoyan la mejilla en el cielo gris azulado de las hojas
allí mismo estolones del sostén
de la reparación
pues lo que cuerpo nace
lleva la oscuridad entrelazada
del carbono
vitriolo de la respiración
-el precipicio que se muestra -
es ella y ella
hablamos
ahora puedo decirle:
cómo voy a vivir cerebral en la asfixia
de tantos años bajo tierra?
me responde:
en este aquí nada es de nadie
yo soy el padre soy
la casa aquella devastada y la otra
y ando suelta en el mundo
De otras visiones
I
cuando el animal que estamos cazando
no puede apresarse
qué nombre le daremos
si del tiempo no es
lo que ahí adelante salta (dónde? dónde?)
deforma su vecindad
como una lente gravitacional
el nitrógeno ureico –cristalino
incoloro- alarga la pezuña dentro de su cabeza:
multiplica el fulgor
de la imagen: dos son dos y no uno los que llegan
- el hocico contra el viento huele el humus negro de la nada -
en el centro de la aparición:
densidad infinita
boca voraz
que no suelta la presa
tanto de luz tanto de sombra
qué haremos ahora en este torbellino:
la enfermedad pone hijo contra madre
esposo contra esposa
hermano contra hermano
toda esa materia anda suelta en nosotros
conspirando
persiste - en intensa fusión - en su propio agujero sin salida
IV
con los pies en el agua
de la que todo es hecho
líquido transcurrir de cada cosa
cada flor
cada luna
- animal en aparecido simulacro -
sale el cuerpo del cuerpo
se abre
estallado en su mayor esfera
por el rigor extraño
de ser otro
ibis de luz sobre las altas ramas
cambia de latitud el corazón
aparece
por los rincones más lejanos
fuego puro
que suelta amaneceres
en la boca del día
desprende vestiduras
que ya nada protegen:
el cuerpo
no es más que una ilusión que se declina
suavemente a si misma
línea de navegación hacia otra costa
de sustancia viviente
VII
piedra levantada el animal que tocas
morosamente
reconoces con los dedos
duras rosetas en áspera amalgama sostenidas
lo que palpitante allí
habitaba
avanzando
entrando por la boca
hacia su propia certidumbre
ya tan lejos
perdido en el abstracto lodo de la idea
su empeñosa orfebrería de fantasmas
y ahora
Inesperadamente
aquella niña: puro organdí y pura cabellera
- comulgante de negro escapulario en magro pecho -
regresa
se detiene
contigo en el paciente tacto de ese fósil
una
separada de todo
mancha solar en la ternura derramada del espacio
atenta
al sonido
al permanente murmurar
del agua contra la amurallada superficie
letanías del sueño
venenos que recorren tu íntima espesura
no el pedregullo que serás
ni el mineral fosforeo de tu sombra
cuerpo por donde aún se deslizan los suntuosos aceites
la crueldad sumergida del deseo
ella
extendida en tu cama
mueve la mano:
hace el amanecer en la inmensa bahía
pone en tu boca el sabor a ultramar de los navíos
miércoles, 10 de septiembre de 2014 Deja tu comentario
Arde
lunes, 8 de septiembre de 2014 2 Comentarios
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jueves, 4 de septiembre de 2014 Deja tu comentario
El ciclo y el lenguaje (VII)
viernes, 29 de agosto de 2014 Deja tu comentario
El Verbo / Materialidad / Dios y la palabra
El Verbo:
sábado, 19 de julio de 2014 Deja tu comentario
«te entrego todo, para que hagas de ello algo alegre»
«Mientras escriba y hable, voy a tener que fingir que alguien está estrechando mi mano.
jueves, 10 de julio de 2014 4 Comentarios
El afianzamiento de las cosas
domingo, 6 de julio de 2014 2 Comentarios
Para destruir a la enemiga, Olga Orozco
Mira a la que avanza desde el fondo del agua borrando el día con sus manos,
vaciando en piedra gris lo que tú destinabas a memoria de fuego,
cubriendo de cenizas las más bellas estampas prometidas por las dos caras de los sueños.
Lleva sobre su rostro la señal:
ese color de invierno deslumbrante que nace donde mueres,
esas sombras como de grandes alas que barren desde siempre todos los juramentos del amor.
Cada noche, a lo lejos, en esa lejanía donde el amante duerme con los ojos abiertos a otro mundo adonde nunca llegas,
ella cambia tu nombre por el ruido más triste de la arena;
tu voz, por un sollozo sepultado en el fondo de la canción que nadie ya recuerda;
tu amor, por una estéril ceremonia donde se inmola el crimen y el perdón.
Cada noche, en el deshabitado lugar adonde vuelves,
ella pone a secar la cifra de tu edad al bajar la marea,
o cose con el hilo de tus días la noche del adiós,
o prepara con el sabor del tiempo más hermoso ese turbio brebaje que paladeas en la soledad,
ese ardiente veneno que otros llaman nostalgia
y que tan lentamente transforma el corazón en un puñado de semillas amargas.
No la dejes pasar.
Apaga su camino con la hoguera del árbol partido por el rayo.
Arroja su reflejo donde corran las aguas para que nunca vuelva.
Sepulta la medida de su sombra debajo de tu casa para que por su boca la tierra la reclame.
Nómbrala con el nombre de lo deshabitado.
Nómbrala con el frío y el ardor,
con la cera fundida como una nieve sucia donde cae la forma de su vida,
con las tijeras y el puñal,
con el rastro de la alimaña herida sobre la piedra negra,
con el humo del ascua,
con la fosa del imposible amor abierta al rojo vivo en su costado,
con la palabra de poder
nómbrala y mátala.
Y no olvides sepultar la moneda.
Hacia arriba la noche bajo el pesado párpado del invierno más largo.
Hacia abajo la efigie y la inscripción:
“Reina de las espadas,
Dama de las desdichas,
Señora de las lágrimas:
en el sitio en que estés con dos ojos te miro,
con tres nudos te ato,
la sangre te bebo
y el corazón te parto”.
Si miras otra vez en el fondo del vaso,
sólo verás ahora una descolorida cicatriz cuyos bordes se cierran donde se unen las aguas,
pero pueden abrirse en otra herida, adonde nadie sabe.
Porque ella te fue anunciada en el séptimo día,
—en el día primero de tu culpa—,
y asumiste su nombre con el tuyo,
con los nombres vacíos, con el amor y con el número,
con el mismo collar de sal amarga que anuda la condena a tu garganta.
lunes, 26 de mayo de 2014 Deja tu comentario
Tándem: Lectura poética a cuatro voces
sábado, 24 de mayo de 2014 Deja tu comentario
"El rostro entre los rostros de Marguerite Duras" en MARGUERITE DURAS. MOVIMIENTOS DEL DESEO. Revista Shangrila nº 20-21
I. Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde.
En El amante (L’amant, 1984) muy pronto fue demasiado tarde para que todo ocurriera. Excepto el deseo. Eso que se precipitó sobre la protagonista del mismo modo en que se le precipitó el cuerpo. Pronto: “Entre los dieciocho y los veinticinco años mi rostro emprendió un camino imprevisto. A los dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo mismo, nunca lo he preguntado. Creo que me han hablado de ese empujón del tiempo que a veces nos alcanza al transponer los años más jóvenes, más gloriosos de la vida. Ese envejecimiento fue brutal. Vi cómo se apoderaba de mis rasgos uno a uno, cómo cambiaba la relación que existía entre ellos, cómo agrandaba los ojos, cómo hacía la mirada más triste, la boca más definitiva, cómo grababa la frente con grietas profundas”.
En El Zohar se nos habla del Pequeño Rostro y el Gran Rostro como los rostros de Dios (el anciano entre los ancianos o el anciano sagrado en la cábala judaica). Existe una oposición entre ellos que radica en el lugar desde el que se mira, desde este o aquel otro lado de la cortina:
[…] Cuando es visto bajo esta forma se le llama “Gran Rostro”. Al anciano entre los ancianos se le conoce por el nombre de Gran Rostro, mientras que visto desde afuera, es decir a través de las cortinas, es llamado el “Pequeño Rostro”. […]El anciano entre los ancianos y el pequeño Rostro son una misma cosa. […] La reproducción más fiel al original es la imagen del hombre. Todos los mundos de arriba y de abajo están comprendidos en la imagen de Dios.
Los rostros de Marguerite o los rostros en Marguerite siempre están dados la vuelta, mostrándose del otro lado de la cortina. Está una muchacha de espaldas, un amante como bien podría ser cualquier otro, una madre y unos hermanos que son el cazador y la forma, la silueta. (...)
jueves, 22 de mayo de 2014 Deja tu comentario
I Ciclo de Conferencias "Crítica y juventud"
martes, 29 de abril de 2014 Deja tu comentario
Concrección - material
viernes, 18 de abril de 2014 Deja tu comentario